Rosi era conocida porque vagabundeaba en una fría población de Tarragona en donde parece que descubrió a la vez el maltrato de los que la apedreaban y la generosidad de quienes le dejaban comida. Así llego a sobrevivir durante casi dos años durante los cuales nadie logró acercarse a ella.
Un día, porque estaba pariendo pues de lo contrario habría salido corriendo, pudimos cogerla y traerla al Refugi Baix Camp.
Rosi cambió. Engordó y renovó su pelaje que se volvió más claro y sedoso y también comenzó a relacionarse con nosotros y, aunque asustada y temerosa, ahora nos recibe ladrando y respondiendo a nuestra presencia. Cuando logramos darle una caricia, se queda muy quieta y su mirada es una mezcla de agradecimiento y desconfianza.
Pero Rosi necesita atención especial y querríamos para ella una persona de referencia que le quite sus miedos y el recuerdo de que todos los humanos pueden causar daño. Cuando nos oye, asoma su cabecilla rubia inquieta como preguntando qué intenciones llevamos esta vez. En un ambiente tranquilo y con un poco de dedicación y mimos, Rosi sería feliz y olvidaría sus miedos.
¿Eres tú quien va a darle su oportunidad?
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