Es sábado y a pesar de que para la mayoría es fiesta laboral, el despertador también suena para poder acudir lo antes posible al Refugi Baix Camp porque es el día en que los voluntarios compartimos nuestra mañana con los animales.
Cualquier trabajo nos vale para disfrutar de los perros y de los gatos que hay allí en ese momento. Un ratito limpiando aquí y allí y un ratito paseando por los alrededores. Y administrando una medicación; preparando pipetas; quitando puntos de sutura; guardando mantas; haciendo lavadoras; distribuyendo paja; llenando comederos; acompañando visitantes y un largo etc.
La verdad es que siempre hay algo que hacer…
Quisiera con estas palabras y este pequeño homenaje no olvidarme de ninguno de los voluntarios de todos estos años y evocar el tiempo y el esfuerzo invertidos. Pero, sobre todo, quiero compartir con vosotros la alegría de que con nuestro empeño y nuestra dedicación también hemos participado en el proyecto del Refugi que crece y se consolida como referente en el mundo de la protección animal. Podemos estar satisfechos porque los animales que permanecen allí o que han pasado por sus instalaciones, han sido respetados y en todos los casos, sobre todo cuando llegaron abandonados y en mal estado, se les ha permitido recuperar su dignidad y su calidad de vida.
Cuando en un centro los voluntarios no son admitidos ni valorados, no es la felicidad ni siquiera el bienestar de los animales lo que se valora en ese lugar.
Este día de ajetreo, los perros y los gatos están contentos de vernos: hay salida y carreras aseguradas; se cambian los jergones; se organizan juegos e incluso suele caer alguna chucha extra y caricias y lametones a demanda. Es también el día en que vienen las visitas a conocer el centro o a preguntar por algún animal en concreto. Cuando corre la voz de una adopción, sopesamos las aptitudes de los adoptantes y los observamos recelosos esperando impacientes la decisión y cuando, finalmente, se llevan el animal, hay alegría y tristeza en la despedida. Alegría porque es la finalidad del Refugi que cada animal encuentre un hogar: ¡esa importante segunda oportunidad que al fin llegó! Y tristeza por la incertidumbre del destino y porque se aleja para siempre alguien que hemos cuidado y que queremos.
Durante la semana la complicidad no se rompe y el trabajo sigue: grupos de whathsapp, páginas de face, y anuncios que organizan un rescate, que difunden un animal perdido o que buscan una casa de acogida para el recién encontrado.
Espero que la vida nos permita seguir muchos años en esto.
A todas y todos los voluntarios, gracias por estar ahí.
Una voluntaria.